sábado, 27 de agosto de 2016

Para Lula

Anoche solé con vos,
tu cola peluda
sobre el cordón de la vereda,
te extraño, gatito dorado,
compañero de tardes
de lluvia y de tristeza
pomponcito de algodón
caricia esponjosa
bigotes pentagramados
mirada de otro universo,
tu llegada y tu partida me enseñaron
a cuidar querer confiar esperar
mirar oír seguir creciendo.

martes, 23 de agosto de 2016

desayuno con el pueblo

cada mañana a las 7.50, cuando bajo del 71 y camino cinco cuadras arboladas hasta la escuela, me encuentro con un cafetero. no importa si hace frío, calor, si hay paro, el señor está ahí firme con su caballito de metal lleno de facturas frescas, tortas fritas y café. hoy por primera vez desayuné en su carrito y me sentí mitad en Nueva Delhi, mitad en una película de Favio. los trabajadores, bacheros de pizzería de la calle Corrientes, acomodadores de teatro de barrio, lustrabotas de estación, vendedoras ambulantes de flores, serenos de garage, vendedores callejeros de flores que serpentean autos y personas, obreros de la construcción, siento tanto respeto por el sudor dulce del trabajo del hombre. 

formas de envejecer

me cautivó una viejita en la fila de la verdulería esta tarde. pelo completamente blanco, pantalón de vestir negro con botas negras de taco bajo y una campera de tela suave roja matelaseada. llevaba una cartera grande negra y un bolso transparente que dejaba ver una agenda y varios libros de literatura infantil. me cautivó tanto que hasta su compra me inspiró: papas, perejil fresco, zuccinis, zanahorias, manzanas rojas.

martes, 16 de agosto de 2016

Variaciones de Olivia

(otro poema de 2008, que parece escrito por otra yo)

1.

Se enciende y apaga,

es un tubo fluorescente gastado.
Se le deshilachan los ojos
en cintitas de agua.

Desde su cama contempla
la desolación del paisaje,
perspectivas de la nostalgia:
bollitos de pañuelos de papel,
ceniceros,
luz,
el teléfono
que no sonará
en todo el día.
Y la noche. Y las paredes
sólo dicen lenguaje.

2.
Cuando duerme
le salen flores
del ombligo,
cantan pajaritos,
juegan,
liban el néctar.

Los insectos, calmos,
merodean las flores.

Se despierta.
Es la mañana.

A Olivia
le llueve la panza.

3.
En el cielo que aplasta la avenida,
nubes como ovejas,
cumulus nimbus,
presagian una tormenta de otoño.

Es verano.

El agua que cae en la taza,
las horas de lluvia,
la lluvia en la bañadera.
Olivia cambia de estación:
dulcificado
verá lo pasado
mañana.


4.

Recorta fotos de revistas:
sombreros, zapatos,
jovencitas de la China,
perfumes, agua de colonia Ciel, paisajes,
caminos con globos, actrices.

Las ordena en un collage
que hilvana con lana amarilla.
Hace una guirnalda.

El río sin orillas que la contiene
es el vértigo horizontal que la marea.

5.
Junta cajas de cartón
para guardar
libros,
tenedores,
manteles,
discos,
postales de cuando se mandaban postales,
un pullover rojo,
fósforos, una manta.

Saluda a sus vecinos,
cierra con llave,
arriba, abajo,
deja en la casa
lo que en la casa quedó.


6.
Camina en zigzag
por la ciudad anochecida.
Olivia es un terreno baldío.

Pone una cumbia,
tucu tún- tucu- uá uá uá- tucu tún,
la baila,
la canta con un desodorante
en el espejo.
tira papel picado,
hace trencito
con sus amigos invisibles.
Olivia es,
está,
parece,
resulta.

Olivia baila,
le sale el sol en la garganta.

Acuarela de provincia

(un poema de 2008 que encontré por ahí)

para esta época
papá dejaba por unos días
el fiat en el mecánico
al lado de la casa de mis abuelos
en palermo viejo de los ochenta.
mamá bajaba las valijas
de los placares más altos
del departamento de zapiola,
separaba pilitas de ropa de invierno
de cada uno de nosotros,
nos preguntaba qué libros queríamos llevar,
qué juguetes,
nos compraba cuadernos de hojas lisas
en la librería de enfrente del colegio.
llevábamos botas de lluvia
y algunos abrigos tejidos a mano.
viajábamos de noche,
escuchábamos música de radio
hasta que la señal no llegaba más a la ruta.
parábamos en estaciones de servicio
para ir al baño
y estirar las piernas,
como decía papá.
cuando nos despertábamos
con mis hermanos,
los tres tapados por la misma manta verde,
el primer sol de la mañana
ya se había sentado en el parabrisas,
las sierras ya habían crecido
al costado del camino y hacia el fondo,
la ruta serpenteaba olor a hierbas
y brillo de mica en el suelo.

a las pocas horas
llegábamos al hotel de provincia,
guardado en silencio en medio de la sierra.
nos esperaba la casa "santa teresita",
con habitaciones amplias,
camas duras con cuatro frazadas
y almohadas de lana,
una cocina chica,
un baño con azulejos blancos fríos
y un comedor con una ventana que miraba a un monte
donde juntábamos piñas y flores.
el aire que curaba el asma
indicaba que habían llegado las dos semanas de vacaciones.
nuestros pantalones con pitucones
nos dejaban caernos en la sierra,
hacer pozos y cazar luciérnagas hasta la hora de la cena,
cuando el comedor del hotel
servía tres comidas y postre.
antes de dormir
leíamos un poco, nos dábamos un baño caliente
y luego de un té
nos dormíamos hasta la mañana.
paseábamos en mula
y mamá tomaba fotos
con su kodak heredada.
el de anoche fue un sueño raro, pero no una pesadilla. viajaba en micro hasta Rosario a visitar a Lupe y su familia. Lupe es una amiga del colegio a la que no veo hace varios años. misteriosamente aparecía entre mis contactos de wap agendada como "Lupe Rosario". en la foto de perfil estaba en una pileta junto a su hijo. la imagen se veía movida. llegaba entonces yo a Rosario a su casa, que estaba en las afueras dentro de un country nuevo y gris. le decía qué raro Lupe que terminaste viviendo en Rosario, por qué, por tu trabajo, por el de tu marido. ella no contestaba. iba y venía con su hijito por la casa y por el parque. la casa era grande, deshabitada, vacía, tenía varios livings de mármol. el primero daba al río Paraná. yo le decía qué lindo, el Paraná a tus pies. ella me contestaba, no tan lindo, tiene azufre. entonces yo le decía que tuviera cuidado con los narcos y que casualmente hace algunos años viajaba seguido a Rosario por trabajo o por cuestiones de la poesía y le recomendaba que visitara el club editorial río paraná. entonces le decía que tenía que irme, que ojalá nos volviéramos a ver, que escribiera (de chica, ella escribía poesía, éramos las poetas de la escuela, nos encantaba, y creo de verdad que ella era buena, pero después lo dejó, se desconectó y se conectó con otros espacios de ella menos abstractos). estaba por tomarme un taxi para ir hasta la terminal, cuando aparecían otras dos amigas nuestras del colegio (dos que a ella no la querían para nada) de visita en su casa. habían ido en auto y me ofrecían llevarme, yo preferí irme en micro. ellas decían pero el micro a Buenos Aires tarda 15 horas. yo les decía es imposible, tarda a lo sumo 4. ya en Buenos Aires, volvía yo a trabajar y estaba en el centro en una especie de local de Isadora que en verdad era un juzgado, con su hermano, que era adicto.


sé que es un plomo leer sueños, hasta los de Lydia Davis me aburren, pero cuánta información encriptada que traen.



domingo, 14 de agosto de 2016

la pesadilla de anoche: estaba en una isla del delta de noche con mucha gente y zombies. subíamos y bajábamos por montes muy tupidos, entrábamos en restoranes abandonados en busca de algo. yo les decía a mis compañeros de aventura: "acá solo deben cocinar pescaditos y papas fritas". también decía: "el leitmotiv de la arquitectura argentina es el brutalismo abandonado". dormíamos en una especie de palafito muy venido a menos y en eso aparecía una profesora pelada de eutonía, que me contaba que daba clases en Palermo pero que vivía en Villa Urquiza.

sábado, 13 de agosto de 2016

la pesadilla de anoche: el padre de una ex alumna de taller que me copia bastante los poemas me perseguía por Triunvirato a la mañana muy temprano para decirme que yo le había dicho a no sé quién que ellos acampaban en sus vacaciones en una laguna en Moreno. trataba de sacármelo de encima y en eso aparecía una cola de gato sobre el cordón de la vereda y me iba apurada a lo de mi profesora de yoga.

Querida Eugenia

"Éramos tres primas Garland, tres primos Bell, después cuatro y cuatro. Seis chicas dos chicos. Durante años, cuando éramos seis, vivíamos todos en la casa de mis abuelos. Los cuartos eran de dos metros por dos. En uno dormíamos todos los niños, cabezas en los lados opuestos de las cuchetas, los pies sin lavar en la cara del compañero de cucheta. En el otro cuarto, que no llegaba a dos metros de ancho, dormían mis padres, también en cuchetas. En el tercer cuarto, de uno por medio metro, cuchetas para mis tíos. En el living, mis abuelos. No había luz eléctrica. En los primeros años, tampoco motor. Comíamos a la luz de un farol de kerosén colgado del techo en el medio de la mesa redonda. Comíamos en el círculo de luz. Todos juntos. La comida del sábado a la noche era roast-beef con papas al horno, mi abuelo era inglés y victoriano, un victoriano de ojotas. No sé cuántas noches conforman mi recuerdo, pero no importa. Esa puede ser mi infancia ahora, en esta carta. Este recorte, la noche en la isla, el río que corre en la oscuridad."

(Sigue acá)

viernes, 12 de agosto de 2016

una cosa espantosa: creo que tengo bloqueo de escritor. aunque no me considero tal, tengo ese bloqueo. no me sale escribir nada. y no es que no necesite hacerlo, tengo las palabras atragantadas en todo el cuerpo, pero no me salen. la semana pasada, dando en clase "carta a una señorita en París", una alumna empezó a flashear con el personaje principal cuando vomita conejitos. y mientras lo leía en voz alta, y Cortázar, gran maestro, desde el más allá cautivaba a mi público adolescente, yo me sentía como el narrador, con los conejos atravesados como palabras. si pudiera al menos hablar, si pudiera al menos decir todas las palabras que ahora tengo hechas alergia en mi cara y que antes fueron acidez estomacal, estaría mucho más liviana. si pudiera hablar, no debería ir a acupuntura, ni al médico antroposófico, ni debería descifrar mi inconsciente en mis errores. si pudiera hablar, diría: Barracas, hospital Ramos Mejía, diría papá, diría hermanos, diría ay, diría el pasado qué pesado, diría miedo, diría al, diría futuro. hace semanas que tengo pesadillas: una, que estaba de viaje en Nueva York pero me la pasaba durmiendo en una habitación con las chicas del colegio y no nos podíamos despertar, otra que me hacían una colonoscopía y yo tenía ningún problema médico pero una enfermera me hacía creer que sí y otro enfermero señalaba su mentira. todo de noche, todo en el hospital militar. si pudiera hablar, si pudiera hablar.

domingo, 7 de agosto de 2016

didácticas de la literatura




El próximo 18 de agosto tendrán lugar las Octavas Jornadas de Didáctica de la LiteraturaQuéCuándoDóndeParaQuéLeerLiteratura. El encuentro promovido por el equipo de la Especialización en Enseñanza de la Lengua y la Literatura de la UNIPE tendrá lugar a las 17:00hs. en el Auditorio CAEU/OEI, Paraguay 1583, CABA.

Las intervenciones indagarán acerca de las modificaciones de los géneros literarios, su relación con los cambiantes soportes, las nuevas exigencias que se plantean a productores y lectores y la constitución de categorías experimentales para leer el fenómeno literario en relación con la escuela. Entre panelistas, la  proyección de una serie de cortos animará las reflexiones sobre QuéCuándoDóndeParaQuéLeerLiteratura.

PANELISTAS:

Susana Sarfson Gleizer (Universidad de Zaragoza) Didáctica del patrimonio literario y musical
Oscar Conde (UNIPE/ UNLa) La recuperación de textos lunfardescos y su integración a los programas de enseñanza
Gustavo Bombini (UBA/ UNSAM) Qué, cuándo, dónde, para qué leer literatura en la escuela
Laura Cilento (UNIPE/ UNSAM) Apuntes para una memoria literaria portátil
Paula Labeur (UNIPE/ UBA) Modos de imaginar a un lector juvenil en la escuela
Mireia Manresa Potrony (Universidad Autónoma de Barcelona / GRETEL (Grupo de investigación en literatura infantil y juvenil y educación literaria)) Transformaciones lectoras: prácticas de lectura en digital