viernes, 26 de julio de 2013

Buenos Aires

cada vez escucho más gente que dice "qué espanto Buenos Aires, ya no se puede vivir en esa ciudad". y a mí me pasa todo lo contrario. siento cada vez más deseos de irme a vivir al Centro, al casco histórico. 
nací acá. viví siempre de un lado de la ciudad, en belgrano, en saavedra, una de las biografías sobre mí que podría escribir se sostiene en el barrio. fui a un colegio de monjas en belgrano R. me gustaba ir al cine a una cuadra de lo de mis abuelos, frente al museo larreta. a veces íbamos a almorzar antes de las clases de gimnasia a las barrancas de belgrano. con mi primer novio solíamos sentarnos a conversar en una casa de la calle Villanueva. una de nuestras típicas salidas era ir a caminar por el barrio, ver casas y plantas y sentarnos a charlar. empecé a leer a los naturalistas europeos de bastante chica; compraba los libros en una librería que estaba enfrente de la iglesia de la redonda; la atendía una mujer con el pelo color radicheta y anillos de acrílico en las manos. yo tendría 12. un día me preguntó: "¿quién te manda a leer estos libros?". tuve que explicarle mi cariño por lo fueguino. 
cuando empecé a trabajar, comencé a conocer bien el centro. hasta entonces, sólo iba a recitales en el Ópera, el Gran Rex, el Luna. alguna que otra vez al Colón. pero no tenía caminado el centro. desde el octavo piso de diagonal 1211 veía las cúpulas de los edificios más antiguos de la ciudad y a las personas moverse en la plaza como si fueran pequeños muñecos articulados. conocí las librerías de la calle corrientes, donde revolví hasta el último estante. estudié 4 niveles de latín sentada en La Giralda. la mesa que da a la calle es la mejor, pero es la más difícil de conseguir. ahora recuerdo que de adolescente iba con ese primer novio al tortoni a escuchar a Dolina. ahí se abrió ante mis ojos la avenida de mayo, que más tarde entendí cuando vi la gran vía madrileña. el empapelado del petit colón, la inscripción "liber liberat" en el colegio sobre la calle Libertad, los cines donde pasaba las tardes haciendo tiempo hasta ir a cursar. el cosmos, claro, pero también el premier y uno que estaba sobre cerrito que cerró. 
cuando empecé a trabajar en diarios y en la radio, comencé a conocer el submundo del centro y del microcentro. esa decadencia y resistencia de las galerías, los vendedores de oro, la calle florida, los cines de lavalle cuando se hace peatonal. los bares. pauline y sus sandwiches deliciosos. el brigthon, con su pianista salido de "Casablanca". tomar un Baileys ahí en invierno y conversar con un pretendiente en una mesa circular era estar un poco en una Buenos Aires que ya no existe. luego, la calle Paseo Colón con sus recovas, sus hoteles familiares, sus bares de viejo. Cortázar la llamó "la calle más triste del mundo" en una novela muy rara, "El examen": transcurre en una Buenos Aires invernal, de noche, las personajes deben estudiar para dar un examen, pero en cambio caminan y caminan por la ciudad. sobre Paseo Colón está el antiguo correo. y detrás, el Luna Park. cuántos recitales de Charly y de otros músicos de rock nacional fui a ver ahí con amigos. la pizza obligada después. 
tuve un novio en san telmo. estaba mitad de novia con él mitad de novia con el barrio. solía haber conciertos en el parque lezama. me acuerdo que una noche de verano fuimos a escuchar al chango spasiuk. también en una época solía encontrarme a charlar con un poeta en el bar el hipopótamo, justo en una de las esquinas del parque. y después, la boca. las tardes visitando el museo quinquela, las noches viendo teatro en la ribera. tomar el 29 casi entero para llegar hasta allá.
tuve que conocer otras ciudades del mundo para empezar a conocer Buenos Aires. no porque no me interesara, sino porque no sabía que esta ciudad tenía tantos lugares. en una época, agarraba el diario, me fijaba qué había para hacer y cada día hacía algo distinto. así vi varias películas de torre nilsson sobre la obra de puig en el antiguo museo del cine. vi cuadros de dalí en bellas artes. conocí la biblioteca del teatro cervantes, una de las más completas. la ñata contra el vidrio en los locales de ropa de bailarina alrededor del Colón y luego verlas a ellas en el subte a la mañana tempranísimo con el pelo ajustado en un rodete yendo a estudiar. 
esta Buenos Aires que cuento no es la Buenos Aires de ahora. si bien no pasaron más de diez años, internet cambió mucho la manera en la que nos relacionamos en la ciudad. cuando quedabas en una esquina con una persona a tal hora, quedabas. no había modo de avisar que llegarías tarde, menos de cancelar. por ejemplo. imaginen por un momento esta ciudad sin celulares y sin conexión masiva a internet. existió!
no dije nada de la Buenos Aires de los teatritos. uno en la calle Sarandí, creo, donde un amigo hacía una obra. la misma sala donde otra amiga después hizo una. la casa de cataluña. Puerto Madero eran unos diques abandonados donde decían que iban a trasladar algunas universidades privadas, donde después pasé una parte de mi juventud, pero en ese momento eran estructuras desangeladas comidas por el agua. 
hubo una época muy linda de Buenos Aires, una época de mucho teatro e intercambio con otras ciudades. recuerdo el cierre de un festival internacional de teatro sobre la calle corrientes cortada con muchísimas personas bailando con un grupo de música francesa, les yeux noirs. antes de eso, el ciclo Buenos Aires No Duerme. Después, una serie de recitales multitudinarios en Puerto Madero. después de eso, cromañón. 
yo que durante mi adolescencia bucólica y hippie la detestaba. que en mi primera juventud no la entendía, creo que me convertí en uno de esos personajes de la ciudad que ya vienen con ella. imagino una vejez junto al río de la plata, con anillos de piedras en las manos, cantando tango. ojalá me salgan verrugas en la cara. Buenos Aires, la reina del Plata, la París de sudamérica, mi Ítaca, mi Dublín. 

2 comentarios:

  1. que lindo bel te quiero
    buenos aires es lo mas
    igual yo quiero escaparme un poco

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  2. oh, pero qué te hizo la ciudad? a veces es uno que necesita tomar aire de uno mismo!

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