sábado, 30 de marzo de 2013


Palabras en red y en movimiento

¿Qué relación existe entre la literatura tradicional y la ficción que se practica en los soportes electrónicos? Territorio en constante ebullición, las comunidades virtuales ejercen un poderoso atractivo entre los escritores más jóvenes que experimentan con nuevos temas y nuevas estructuras de relato
Por Natalia Gelós  | Para LA NACION
 
Personajes surgidos del subsuelo del mundo 2.0; historias de sabotajes virtuales y obsesiones reales; poemas que reflejan el amor en los tiempos de Facebook; escrituras que juegan con el velo que cubre lo privado; intentos por comprender esa materia anárquica e imprevisible que se cuece al calor de las redes sociales, del humor literario de esta época y de las posibilidades infinitas que brinda la literatura. Ficciones analógicas. Ficciones digitales. Lenguajes reciclados. Twitteratura (literatura alla Twitter). Ciberliteratos. Alter native Literature . Definiciones que pasan de moda apenas se las pronuncia. "Vendo zapatos de bebé, sin usar": a Ernest Hemingway le bastaron unos treinta caracteres para contar una historia que sobrevive a todo. Este microrrelato es harto conocido, pero sirve para entrar en clima: el debate entre lo más nuevo y lo más clásico. ¿Qué resulta del cruce entre la literatura y las redes sociales? ¿Cuántas palabras se escriben por minuto en toda la red? ¿Cómo influyen en la ficción analógica, la que se arraiga todavía en el libro tradicional? Quizá toda respuesta a ello nazca vieja, pero vale la pena explorarlo.
Historias de amor que se rompen: "No te molesta demasiado/ si no te atiendo el teléfono./ Pero sos capaz de no hablarme nunca más/ si de Facebook/ te llegara a eliminar", escriben Esteban Dipaola y Nuria Yabkowski en Odio la literatura del yo, que cuenta el ocaso del amor y levanta la bandera de una generación, la de los años noventa. Miradas a lo cotidiano que vibran como retrato de época: "No hay ningún mensaje nuevo/ en la bandeja de entrada,/ es como la voz humana/ pero por internet", dice el poema "La voz humana por internet", de Belén Iannuzzi en El origen de las especies . Hay más: una biografía elaborada a través de posteos en Facebook, recreados por Luciano Lutereau en Escribir en Canadá . Estos libros, editados por Pánico el Pánico, comparten una tensión entre lo formal y lo argumental, entre lo más clásico y lo más novedoso. Lutereau, director de la editorial que por estos días ajusta su norte a ese territorio en constante ebullición que es el de las redes sociales, afirma que las editoriales independientes entienden y reflejan mejor el cruce entre literatura y redes porque "básicamente una editorial independiente trabaja con el ritmo de escritura y publicación que es el de las redes sociales". Éstas, dice, "son una prolongación de la mejor literatura norteamericana del siglo XX". Una vez más la microficción de Hemingway se actualiza. "El autor como categoría queda en cuestión para dar lugar a un procedimiento anónimo de escritura que refleja la experiencia comunitaria que es la literatura hoy en día -opina Lutereau-, una experiencia transversal que se organiza más allá del libro como resultado."
El libro despojado de su carga de deseo? Los estadounidenses Megan Boyle y Tao Lin fueron editados en español por Dakota Editora. Ambos comparten un estilo literario y generacional y representan lo que se conoce como Alt Lit (Literatura Alternativa). El libro de Boyle, Antología de entradas inéditas del blog de un empleado mexicano de panda express , es puro acontecer, luego torna en retrato de época, en diario íntimo, y, de alguna manera, expone esa acción de compartir nimiedades y de volcar sobre ellas cierta carga dramática. Una idea, o una mueca, de romper con el hambre de hacer historia. A través de ellos, se construye una figura de autor más privado, rey de reyes en universos más cerrados. Se legitiman, sin embargo, sobre la idea universal de "lo nuevo". La modernidad -eso no cambia- será siempre un capital preciado.
"Muchas veces, escribo en Twitter frases sueltas, aparentemente inconexas, que después van a parar a un poema o algún texto con el que estoy trabajando. Por ejemplo, el ?Diario de Noruega' que está en el libro de poesía Todos los bosques lo escribí por medio de notas que tomé manualmente en un cuaderno y algunos tuits que iba deslizando de mis primeras impresiones sobre ese paisaje nuevo y extraño para mí", dice la poeta Belén Iannuzzi, que en su obra funde el uso y el lenguaje de las redes como parte de un escenario diario, doméstico, que de pronto adquiere un sentido poético. Para ella, sin embargo, nada es del todo nuevo:
Una vez dije, y lo sigo pensando, que Twitter es como un "Anna Livia Plurabelle" de las redes sociales, donde el lenguaje y la comunicación se tensan al extremo. Creo también que con la literatura pop, y en este caso me refiero puntualmente a la obra de Manuel Puig, ocurrió algo parecido que con las redes sociales pero con paradigmas del siglo XX: en Boquitas pintadas , por ejemplo, Puig incorporó elementos que eran ajenos a la estructura del relato tradicional: llamadas por teléfono, formas propias del montaje cinematográfico, cartas, guiones de radioteatro, letras de canciones. Sin embargo, un experimento parecido ya habían hecho las primeras vanguardias. Y con esto vuelvo a Joyce, al capítulo 8 del Ulises . No veo vanguardias literarias desde las primeras vanguardias.
La mendocina Fernanda García Lao, uno de "los secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana", según la selección de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara 2011, utiliza Facebook, como muchos otros escritores, y dice que le divierte cierta dinámica generada allí, eso de que "desaparezca con los días". "Las ideas que surgen ahí se mastican unas a otras hasta ser pulverizadas en el cuadro mayor que es la lectura de estados simultáneos", dice García Lao. Ese espacio también sirve para una construcción diferente de la figura de autor, un metarrelato que narra en primera persona la manera de ver transcurrir los días. "Creo que en las redes todos construyen un ?como si' -explica la autora de Muerta de hambre -. Algunos más conscientemente que otros. Uno se recorta y se edita: elige qué decir y qué no. Yo no muestro mucho de mi cotidiano, en el sentido doméstico del término. Sí abro mi inconsciente, cuento sueños o ideas que pululan. Y eso pasa en directo, digo, ahí no hay manipulación literaria. Lo que sucede es que, al escribirlas, aparecen de un modo particular. Me alimenta el fraseo que se produce en las actualizaciones. Uno ve ahí un mosaico de la realidad. Se crean contradicciones interesantes. Aunque también se instalan temas y, entonces, todos hacen referencia a las mismas cosas: el clima, tal o cual medida económica o política. Ahí, me aburro mortalmente. Y cierro." En cuanto a incorporar o no esos elementos a la narrativa, ella decide prescindir: "Mis ficciones son muy autónomas, anacrónicas. Prefiero conservar la distancia. No me interesa la ficción documental, tan esclava del presente. A mí me gusta imaginar. Bucear en lo que no sé, estar sola", dice rotunda.
"La literatura que me gusta leer es la que no es indiferente a su época -afirma Nicolás Mavrakis-. Hay gente que nació con Internet y asimilar una historia de amor sin ella es raro." En su libro No alimenten al troll (Tamarisco), el escritor y periodista, autor del ebook El fin del periodismo y otras autopsias en la morgue digital , se mete con personajes e historias que se alimentan del mundo web: un psicópata envalentonado por su rol como administrador de comentarios de un gran diario, en el cuento "Fireman"; un relato dosificado a través de mails y que generan un escenario de paranoia y misterio. Estos cuentos lo ubicaron en un espacio de transición, en el que la novedad de incorporar elementos de la cotidianidad digital como elemento literario lo volvió representante de esta "nueva ola", al igual que Martín Felipe Castagnet, con su novela Los cuerpos del verano(Factotum). Lector de nuevas producciones literarias, de las que habla en el blog "El Borges del futuro", Mavrakis distingue una línea común de "estilos llanos, precisos", pero aclara que "no dejan de ser historias de amor, de odio, de muerte". Todo se define en las decisiones estéticas y argumentales de cada autor:
Hay literatura que aspira a escribir con los formatos tradicionales; hay otra que no, y la idea es explorar eso: gente que escribe en un blog pero que genera un corte, entre esa autorreferencialidad que se presupone al blog, de la narrativa del yo, que se recicla en una plataforma para ficción, y que se juega en esa tensión de si es o no autobiográfico. En el timeline de alguien en Twitter te das cuenta de si hay una aspiración a lo literario fuera de la institución libro. ¿Eso es literatura? La pregunta sobre la literatura en Internet está abierta.
Internet y sus derivados como herramienta formal, o como herramienta argumental: Mavrakis puntualiza esas elecciones en el escenario narrativo actual. "Del libro hubo dos presentaciones con tres personas y las tres fueron periodistas -Mavrakis recuerda la trastienda de la presentación de su libro-. No había autores similares. Los personajes vinculados al periodismo eran mis interlocutores, por lo que lo ponían el libro en un lugar raro, porque un periodista no tiene por qué hacer una lectura literaria." El escritor señala que en los últimos meses han aparecido más ficciones que acompañan su exploración de las posibilidades argumentales que brindan las redes sociales en la ficción y dice: "Me parecía interesante que en 2012, 2013, con más o menos de 25 años de naturalización del uso constante de la Web para todas las conductas de la cultura humana, llamara la atención que se hiciera una narración literaria sobre eso, cuando es algo que está asimilado. Era algo que no había decantado en una aproximación narrativa tradicional".
La pantalla verde. Arriba, a la derecha, el cursor titila y se transforma en letra blanca. "El peronismo (spam)" (http://www.peronismo.net46.net/) empieza. "¿Es una droga, un virus, una religión?", pregunta en inglés. Las palabras aparecen y desaparecen: "¿El peronismo es como el pasado nazi en Alemania o el comunismo en Europa del Este?". Se pregunta mil cosas, mil veces: "Es como un chicle, el sarampión, una camisa". No para. No se repite. No se detiene. Sucede. El poema de Carlos Gradin, director de la revista Planta , encarna, de alguna manera, el resultado de estos encuentros de época. "El cruce entre redes sociales y poesía no sé qué puede generar -dice-. La poesía existía desde antes de que se inventaran los cuadernos y las biromes, y las mismas preguntas que surgen ahora acerca de Facebook y Twitter se podrían haber hecho entonces. Estoy seguro de que las redes sociales, la Web y Google están cambiando la manera en la que escribimos. Pero todavía no conocí a nadie que siga una cuenta de Twitter o Facebook sólo para leer algo parecido a un poema, o a una escritura poética."
¿Las redes sociales sirven como borrador, como happening ? "La escritura en las redes se pierde en una maraña de mensajes, saludos, imágenes olvidables y demás basura flotante que prolifera en la Web - analiza Gradin, especialista en el spam y sus posibilidades-. En las redes, en medio de las oleadas de ruido, todo el tiempo surgen pequeños hallazgos de escritura. Sobre todo si tenés en tu lista de contactos amigos escritores y poetas. ¿Es una nueva forma de poesía? Quizá. Una forma tan fugaz como la charla de bar. Sí, una especie de borrador a la vista, de performance de escritura." La escritora norteamericana Joyce Carol Oates escandalizó a varios académicos fundamentalistas al entrar a jugar en Twitter y el 19 de febrero de este mes escribió: "¿Estas corrientes de pensamiento bizarro existían antes de Twitter? ¿O Twitter las generó?" "Viajar a través de Twitter como a través de una galaxia en la que fragmentos de pensamientos y retazos de poesía reverberan con una intimidad sorprendente." Habría que preguntarse si el retazo hace una obra. Los personajes ficcionales que circulan en Twitter, que tienen voz, un perfil definido, pero carecen de historia, ¿dónde entran?
Palabras que pululan a borbotones. Millones y millones de ellas. El dilema es un clásico inquebrantable: entre tantas, entre todas, ¿cuáles de ellas tienen la fuerza de una voz?

jueves, 28 de marzo de 2013

mujeres


Carina: mi homeópata desde los 23 años. Empecé a ir un febrero luego de unas vacaciones largas en el sur. Fui Ignatia, Licopodium, Nitric Acidum y hace algunos años ya que soy Carcinosin. Ella conoce todos mis síntomas incluso antes de que se manifiesten y me ayuda a no quedarme en ellos, a que salgan, sigan de largo y yo siga.

Mónica: fue mi profesora de canto durante cinco años. Gracias a ella llegué a mi homeópata. Mónica me ayudó a recordar cuál era mi verdadera voz, sin las impostaciones y los gestos que uno va tomando para adaptarse a la vida, la sociedad, las situaciones. Con ella sólo vocalizábamos: a, e, i, o, u, para un lado y otro del piano. Ella me enseñó, entre otras cosas, que para hacerse oír no es necesario gritar, que a la voz de uno hay que quererla como un lugar sagrado y que el silencio a veces es salud.

Marisa: mi maestra de Iyengar, gracias a ella aprendí a pararme, sentarme, estirarme, respirar. Aprendí que lo único constante es el cambio y que cuanto más flexibles seamos en nuestro cuerpo, con nuestra espalda, más flexibles seremos en la vida y nos adaptaremos a los movimientos de la vida. El camino es la vida y Iyengar es un método para caminarla con equilibrio, salud y alegría. 

viernes, 22 de marzo de 2013


Hoy conocí a un hurón llamado Elvis. Crucé las calles Plutarco y Sócrates, en Coghlan. Me trepé a una casa abandonada sobre la calle Quesada y me llevé una rosa roja bien abierta, que ahora está en un frasco sobre mi escritorio. Pasó una señora con la bolsa de hacer las compras en el brazo izquierdo y me dijo que la planta que estaba sobre el césped traía muchas babosas y que la planta de atrás era una orquídea pero silvestre, sin flores. El otoño en Buenos Aires es tibio y suave. Sopla. 

jueves, 21 de marzo de 2013

un poema para el grupo de anarquistas que queman coches de alta gama en Buenos Aires.

hoteles


i.-

Estamos agotadas. Hace un mes que dormimos en habitaciones populosas con extraños de todos lados del mundo. Llegamos a Holanda. Nos da miedo tanta libertad, decidimos pagar un buen hotel a dos cuadras de la plaza principal de Amsterdam. La habitación es silenciosa, da a la calle. La ropa de cama es blanca, como las toallas, conejitos inmaculados.


ii.-

Llegamos a la mitad del viaje, de Europa, del euralpass. El Bernardi Semenzatto es un hotel sencillo que parece estar en Venecia desde que Venecia existe. La habitación tiene una alfombra verde y muebles sueltos y desparejos. Y algo fundamental: secador de pelo. Es difícil ubicar el hotel de noche. En Venecia de noche todas las calles son iguales.


iii.-

Es 20 de enero de mil nueve ochenta y poco y estamos en el hotel provincial de Mar del Plata festejando mi cumpleaños. No soy la única que cumple años este día en el salón del restaurante. Los mozos llevan varias tortas recubiertas con merengue italiano, una estrellita encendida que cambia de colores, mientras cantan a coro “felicidades”.

iv.-

Preferimos dormir una noche en el pueblo así descansamos después de la fiesta de casamiento. No, no me pasa nada; estoy bien. En un rato vamos a tener sexo; la habitación es mínima, las paredes son gruesas, como de la época de oro de los hoteles sindicales. Enfrente de la cama hay un espejo, me mirás el culo y te peinás con las manos. Voy a olvidar intencionalmente el shampoo que compramos de emergencia en el único kiosco abierto cerca del río en San Pedro.

v.-

Vinimos por dos días a trabajar. Rosario es Montevideo y Montevideo es Rosario, cuna de la bandera, recreo frente al Paraná. No es tan “guau” el Savoy. Es linda la pileta, la vista desde la terraza también; la cúpula solemne. Pero en la refacción no usaron buenos materiales. Y algo decepcionante: se escuchan las conversaciones de la habitación de al lado.


vi.-

Mi mamá le acaba de decir a mi papá que si no paramos a dormir se separa (algo que hará más de veinte años después). Nos despertamos con el grito en la estación de servicio donde un lugareño nos marcó el camino para llegar al Hotel Azul. Subimos a las habitaciones arrastrando los pies y nos desplomamos de sueño en las camas de resortes con sábanas frías. A la mañana vamos a desayunar en el salón comedor té con medialunas calientes.

vii.-

Brodway y la 35, la Corrientes y Callao de Manhattan. Yo no quería estar acá, en un hotel con estrellas en el centro de Manhattan. Quería alquilar una habitación en una casa cerca de Chelsea o Brooklyn, pero las cosas se dieron así. Necesito volver a decir que yo prefería alquilar un cuartito una semana. Subo por el ascensor a la habitación en el piso 15, abro la puerta con la tarjeta magnética, hago la cama en el sillón. No enciendo las luces, miro por la ventana cómo la ciudad se abre a la noche, plena y ruidosa.


viii.-

Otros:

Bariloche: froilon y viaje de egresadas (hotel infecto)

Miramar

La Falda

Osorno, Chile: mi cumple, vomité, torta de arroz blanco.

Santiago de Chile: El Conquistador, pollo frito, luz de león de la calle reflejada en la habitación donde dormimos.

Viña del Mar, Chile: El Conquistador, pocas noches, se rompieron las valijas.

Pinamar: Andrea y yo, una noche, insoladas.

Trenque Lauquen: casamiento de Joaquín

Trenel, La Pampa: casamiento de Mariano
en las ciudades, la calle es el living de la casa.

empezó el otoño en el hemisferio donde vivo.

foto de retamas secándose al sol, otoño de 2010, El Bolsón



una mujer china me vendió un turbante de lana
sobre el puente de Brooklyn
el frío me había cortado los labios,
la cara helada,
un poco de sol detrás se esfumaba en una postal
me perdí en el subte, se hacía de noche,
una puertorriqueña con ropa ajustada y estrás en las uñas me guió
en el museo había una noche de jazz, tragos y esplendor americano
en mi mente, una frase de Blanche en “Un tranvía llamado deseo”:
siempre creí en la buena voluntad de los desconocidos
desayunamos en el bar de Brodway y la 35
los mozos hablaban en español
en la tele pasaban flashes informativos
sobre el estado de la salud de Chávez
yo sólo quería derrumbarme a llorar en un banco del Central Park
entre los árboles pelados y las ardillas
pero debía ser una turista aplicada
fotografiar edificios y situaciones con mi cámara analógica
las puertas de los edificios estaban llenas de pinos de Navidad muertos
los recolectores latinos los levantarían y los llevarían en camiones de basura
para triturarlos y devolverlos a la tierra
luego vino el taxi manejado por un negro que no me hablaba
“this is Harlem?”, “yes”
lloré mucho en Nueva York
los que se fueron no vuelven.

lunes, 18 de marzo de 2013

farolito chino




Esta planta tiene mi corazón. Su nombre científico es Abutilon megapotamicum. Se la conoce vulgarmente como farolito o linterna china. Es un arbusto originario de Brasil. Florece desde mayo hasta septiembre. Necesita mucha luz.




Un poema chino, de Zhang Shuguang (1956), traducido por Miguel Ángel Petrecca

Una calle antigua. Waiguojie. Noviembre de 1989

Todos los días, casi todos los días,
paso sin detenerme por esta calle apartada
y sucia. Edificios viejos de estilo ruso y árboles negros,
más una ráfaga de salones de belleza
y pequeños bodegones recién abiertos,
carteles hermosos colgando en negocios desiertos,
como una vieja revista que nadie lee:
la historia, su apogeo y decadencia,
sedimentando en el paisaje cambiante de la calle.
Si quisieras esos viejos podrían contarte
anécdotas de las nobles rusas exiliadas y los músicos pobres
pero ahora ya están viejos: ellos y esta calle
en el sol paralizado de comienzos del invierno
permanecen como una piedra encantada
en silencio, solitarios y abatidos.



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